La sexualidad en el taoísmo ha sido siempre vista, donde las relaciones entre hombre y mujer se consideran una manifestación terrenal de los principios universales del Yin y Yang. Esta perspectiva, profundamente enraizada en la tradición china, contrasta marcadamente con la visión judeocristiana de la sexualidad.
La Sexualidad como Parte Natural de la Vida
Para los taoístas, la sexualidad es tan natural e indispensable para la longevidad humana como lo es la lluvia para el crecimiento de las plantas. En contraste, el sentimiento de culpa asociado a la sexualidad en la tradición judeocristiana es visto por los taoístas como un aspecto desagradable e incomprensible de la cultura occidental.
La Hipocresía Occidental y su Impacto en el Estudio de la Sexualidad
La arraigada hipocresía respecto al sexo en Occidente ha impedido durante mucho tiempo cualquier estudio serio sobre la sexualidad humana. La filosofía occidental tiende a ver el sexo a través de un prisma dualista: es sagrado dentro del matrimonio y profano fuera de él, sin reconocer matices intermedios. Por otro lado, los taoístas no hacen distinciones entre sexualidad sagrada y profana; para los taoístas, las únicas diferencias relevantes son entre hábitos sexuales saludables y dañinos.
Un Enfoque Taoísta hacia la Sexualidad
Los chinos abordan la sexualidad humana con una mezcla de curiosidad y reverencia, similar a cómo tratan otros fenómenos naturales. Dado que las relaciones sexuales son fundamentales para la vida humana, los taoístas han dedicado mucho tiempo al estudio de sus aspectos e implicaciones para la salud y la longevidad. En una sociedad libre de represión sexual, los médicos taoístas pudieron investigar y registrar observaciones detalladas sobre el comportamiento sexual, utilizando una terminología poética y florida típica de sus estudios de la naturaleza.
Conclusión
Gracias a su enfoque abierto y sin prejuicios, los taoístas han tenido la oportunidad de estudiar las relaciones sexuales entre hombres y mujeres de manera profunda y libre de prejuicios durante más de tres milenios. Este enfoque les ha permitido convertirse en los más sagaces observadores de la sexualidad humana y en los más imaginativos amantes.